Plantas que necesitan muy poco


Hay plantas tan delicadas que a pesar de disponer de una tierra rica y mullida,  de un lugar privilegiado, de unas manos amorosas que les proporcionen todos los cuidados del mundo, al más mínimo contratiempo se ponen tristes, mustias, desfallecen, decaen y mueren.

Sin embargo, hay otras que necesitan muy poco para medrar y salir adelante. Y éstas, a pesar de haberlas tenido siempre a mi alrededor, siguen asombrándome, continúo admirándome con ellas. Tal es así que aunque nazcan en sitios intempestivos, no me atrevo a suprimirlas hasta que veo que han realizado su ciclo de vida completo. Creo que se lo merecen por su esfuerzo y tenacidad.


Tal es el caso de este diente de león (taraxacum officinale) que nació en medio de la terraza.
Con la humedad que se filtra cuando llueve y alguna brizna de tierra que el viento arrastró hacia la rendija, tuvo suficiente para llegar a florecer y madurar sus semillas..


O el de estas campánulas que nadie colocó ahí y que crecieron espontáneamente de alguna semilla que arrastrara el viento. Surgen de una grieta estrechísima en la misma roca y se nutren de ella y del agua de lluvia que resbala hasta la rendija.


También de alguna semilla llevada por el viento, nació esta begoña semperflorens en un pequeño hueco que no contiene ni 100g de tierra.


¿Y este preciosos helecho (Phyllitis scolopendrium) al que llaman Lengua de ciervo? También nació el solo en una grieta donde el viento acumula hojarasca.


Con esta crasa ocurrió lo mismo. Cayó de arriba un pequeño esqueje y arraigó. Fijaos en que hermosura se ha convertido con el tiempo, cómo despliega sus tallos y sus rosetas en medio de una roca calcárea y cómo ha ido quedándose con la tierra y el polvo que arrastra el viento hasta hacerse con un poquito de suelo.


Nacidas por casualidad y sobreviviendo en el jardín, podría mostrar muchísimas más pero no lo haré para no hacer pesada la entrada. Solamente ya, este precioso cotoneaster que nació de una semilla justo en el ángulo que forman el cemento del suelo y la pared de piedra. Hoy día ha alcanzado un tamaño considerable y me pregunto siempre que lo veo de dónde saca la energía si todo ahí es cemento y roca.


Y ya fuera del jardín, paseando un día por la playa, me encontré este tártago de mar (Euphorbia paralias), creciendo tan ricamente en medio de la pura arena.


Otro día, paseando por el barrio pesquero, vi esta gramínea que se alimentaba de colillas y cajetillas vacías de tabaco.


Y, en fin, esta Milamores (Centranthus ruber) que fotografié hace pocos días, se puede contemplar majestuosa, en el muro de piedra de la estación de mi pueblo.

Yo creo que queda claro que los seres vivos venimos al mundo programados para sobrevivir a toda costa.

Comentarios

Montse ha dicho que…
Se encuantran maravillas que, como dices, necesitan muy poco para estar bonitas.
Un beso.
Tania López ha dicho que…
Admiro esas plantas que tienen la capacidad de renacer en lugares imposibles. La naturaleza es sábia.
Besos y buen verano.
Mónica ha dicho que…
Estas plantitas que aparecen por sorpresa son pequeños regalos que nos da la naturaleza. Son preciosas!
Lidia ha dicho que…
Son una gran lección: le sacan el máximo provecho a la mas mínima oportunidad. Un beso y muchas gracias por visitarme.
Lidia ha dicho que…
Gracias por tu visita y comentario. Ciertamente son un gran regalo. A mi hasta me animan cuando lo veo todo difícil.
Lidia ha dicho que…
Cierto y luego nosotras (bueno, al menos yo), trabajando muchísimo con otras plantas para sacarlas adelante. Son talmente comolas personas, seres vivos muy diversos. Un beso Montse