COLLEJÓN (Moricandia arvensis)
Íbamos en el coche buscando dónde comer y las vi al borde de la carretera.
Era mediodía, caía un sol de justicia y el hambre arreciaba.
La carretera no tenía arcenes y era imposible parar pero me parecieron tan bonitas que llegamos al pueblo más cercano, aparcamos el coche y bajo un sol propio del lugar (Almería) fuimos a pie hasta donde se encontraban.
Enseguida vi que se trataba de una planta de la familia de las Brasicáceas o Crucíferas.
La observé: sus tallos eran algo leñosos en la base, cilíndricos, lisos, sin pelos, largos y erectos o algo inclinados con el peso de las flores.
Sus hojas, de forma espatulada las de la base, ovaladas las caulinares o superiores, todas ellas de borde liso, glaucas, de un color verde azulado, como cubiertas de un velo ceroso, algo carnosas, se abrazaban al tallo casi en toda su circunferencia.
Las flores surgían en racimos. Lucían sépalos de color púrpura, cuatro pétalos dispuestos en forma de cruz y un hermoso color lila surcado de nervios morados.
Los estambres eran seis, de color amarillo y los frutos, como los de
todas las plantas de esta familia, silicuas (cápsulas alargadas con dos
valvas) de las que solo pueden apreciarse en la foto, las valvas abiertas y secas de color amarillo pálido.
Con todos estos datos no tuve dificultad en catalogarla y descubrir
su nombre en cuanto llegué a casa.
Y el nombre no me gustó: lo de collejón suena fuerte. En mi
tierra, si le ofreces a alguien una colleja o un collejón, no se pone muy contento.
Si queréis encontrarlas no hay más que buscarlas en los bordes de los caminos y en terrenos algo alterados o de cultivo, preferentemente calizos, de la cuenca mediterránea. Se las puede ver florecidas durante gran parte del año.
Esto que os he contado, ocurrió hace un tiempo. Después de aquello he vuelto a encontrarlas en varios lugares pero nunca como hace unos días, camino de Alcañiz.
Ha sido impresionante ver campos enteros repletos de collejones florecidos, solos o acompañados de otras silvestres. Lástima que íbamos por la autopista y no pude pararme para hacer unas fotos. Sólo la que veís, a través de la ventanilla del coche.
Esto que os he contado, ocurrió hace un tiempo. Después de aquello he vuelto a encontrarlas en varios lugares pero nunca como hace unos días, camino de Alcañiz.
Ha sido impresionante ver campos enteros repletos de collejones florecidos, solos o acompañados de otras silvestres. Lástima que íbamos por la autopista y no pude pararme para hacer unas fotos. Sólo la que veís, a través de la ventanilla del coche.
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