Adaptando el jardín. Romero rastrero (Rosmarinus officinalis prostratus)
Los años pasan, el clima cambia y poco a poco, vamos adaptando el jardín a las nuevas circunstancias.
La principal adaptación consiste en prescindir de plantas que requieren más dedicación y son más propensas a sufrir con inundaciones o sequías e introducir otras cuyo mantenimiento sea mínimo.
Así pues, otra de las todoterreno con las que estamos cubriendo partes del jardín es el romero (Rosmarinus officinalis).
Se trata de un pequeño arbusto de hoja perenne de la familia de las Labiadas que al igual que el espliego, del que hablé en un post anterior, es propio de la cuenca mediterránea.
El romero postrado o rastrero es la variedad que hemos elegido. Alcanza una altura y una extensión de aproximadamente un metro por lo que resulta ideal como planta cobertora.
Tiene ramas leñosas que crecen postradas hasta su parte media. Luego, levantan el ápice y lo retuercen lo que les da un aire informal y simpático.
Son muy aromáticas y se utilizan mucho en cocina. También se extrae de ellas un aceite usado en perfumería.
Las flores aparecen en invierno y primavera. Son pequeñas, de color morado o lila, a veces blancas, en forma de tubo acabado en dos labios con varios lóbulos. Tienen dos estambres curvados, muy largos y llamativos.
Cuando los pétalos se marchitan y caen, los cálices, en forma de pequeñas campanillas, persisten en la planta.
¿Qué le gusta al romero?
- El clima templado aunque resiste las heladas no muy fuertes.
- Una ubicación a pleno sol.
- Un suelo ligero, arcilloso- arenoso aunque se adapta bien a los suelos áridos.
- Buen drenaje y poco riego.
Se multiplica muy bien mediante esquejes leñosos en primavera y otoño. También acoda muy fácilmente.
No necesita poda.
Es de muy fácil cultivo. Muy recomendable.
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