Begonia semperflorens, planta de cultivo muy fácil.
A lo largo de todo el verano y lo que llevamos del otoño, hemos disfrutado de estas pequeñas plantas que crecen sin que les hagas caso en cualquier rincón o rendija del jardín.
Begonia semperflorens es una planta de pequeño tamaño que en buenas condiciones puede llegar a alcanzar los 40cm de altura por lo que resulta adecuada para rocallas, parterres y borduras.
En los viveros nos venden multitud de variedades sencillas, dobles y de muchos colores.
Las que nosotros cultivamos son de flor sencilla y salvo la de color rosa fuerte que fue comprada, todas las demás proceden de semillas que han caído al suelo y han germinado solas.
Las plantas que proceden de semillas no conservan con exactitud las características de la progenitora. De ahí que puedan aparecer plantas de diferentes colores. Por esa razón las tenemos blancas, rosa claro, rosa fuerte y rojas.
Las semillas son arrastradas por el viento o los insectos y arraigan en los sitios mas insospechados con esta de la foto que eligió una pequeña fisura en la roca.
Florecen continuamente a lo largo de toda la primavera, el verano y gran parte del otoño.
No solo son hermosas por sus flores. Sus hojas de un verde intenso y brillante, con un borde carmín, son también muy llamativas. Incluso los frutos, de color carmín oscuro, tienen forma y color muy decorativos.
Frutos de begonia semperflorens
Pocas plantas nos han dado en el jardín tan buen resultado como éstas. Aunque no son nada resistentes al frío, en este clima de inviernos suaves y solo alguna helada ligera se dan estupendamente.
En climas algo mas fríos se comportan como vivaces, perdiendo la parte aérea en el invierno y rebrotando de nuevo en primavera.
Sus tallos son redondos, muy carnosos y jugosos, de color rojizo. Están formados por una serie de trozos articulados al igual que los peciolos de las flores por lo que todos ellos son bastante quebradizos.
Las hojas tienen un largo peciolo. Son de forma acorazonada y crecen alternas sobre el tallo.
También son carnosas y algo frágiles. Pueden ser de color verde brillante o de color carmín y estar o bien desplegadas o enrolladas formando casi un embudo.
Esas diferencias de color y forma, vienen dadas por las condiciones atmosféricas y la juventud o madurez de la planta.
Las flores nacen en racimos de las axilas de las hojas y tienen peciolos también articulados y de color rojo o carmín.
Se abren de forma escalonada por lo que los racimos presentan a la vez flores y frutos.
Son de pequeño tamaño, alrededor de los 2 cm de diámetro.
Qué les gusta a estas plantas
- Un lugar luminoso pero en semi sombra aunque prosperan también en lugares umbríos o soleados.
- Un clima templado. No soportan heladas fuertes.
- Un terreno suelto y a las nuestras al menos, las rocas calizas. Colonizan todas las grietas que encuentran a mano.
- Humedad.
- Riego regular y abundante.
Conviene recortar de vez en cuando los tallos largos ya florecidos para favorecer el desarrollo de la macolla y de una planta mas densa y rejuvenecida.
Una vez llegados los fríos y secos los tallos, se retiran fácilmente, casi sin necesidad de tijeras.
Multiplicación
Como ya he dicho, es muy fácil reproducirlas por medio de semillas. Se siembran a finales del invierno y se repican en cuanto tienen unas hojitas.
También podemos multiplicarlas muy fácilmente por medio de esquejes de tallo, partiendo estos por un entrenudo y plantándolo en tierra muy suelta con mezcla de turba y arena.
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