Un jardín a nuestra medida
Ha llegado el momento de reducir drásticamente las dimensiones del jardín.
Hace 33 años, con la ilusión que se pone en todo cuando se es muy joven y uno ve por delante mucha vida sin vivir, comenzamos mi pareja y yo la aventura de la huerta y el jardín.
Los dos habíamos visto desde pequeños a nuestras abuelas, tías y madres aplicarse a la tarea y pasar sus mejores horas cuidándolos con devoción. Los dos traíamos aprendidos de ellas, los rudimentos y algo más y seguimos estudiando y aprendiendo porque el tema nos apasionaba.
Cuando mi madre murió y fui consciente de todo lo que me había enseñado, sentí junto con la pena, la alegría de que una pequeña parte de sus conocimientos, de sus descubrimientos y experiencias no se fueran con ella.
Entonces fue cuando decidí abrir este blog porque pensé que sería una lástima que todo lo que me enseñó, mas todo lo que aprendí después con mi esfuerzo y pasión, se vaya por el agujero negro de la nada el día que yo me vaya también.
Me apetecía compartirlo, que alguien más pudiera sacar provecho de ello. Por eso, cuando algún amable lector, pone un comentario diciendo lo bien que le ha venido una página, mi alegría es grande.
Ahora toca recapitular.
Durante 33 años hemos trabajado, disfrutado y sido felices en este rincón. Pero los años cumplidos, además de satisfacciones, nos han traído otras cosas menos gratas: caderas que se desgastan, lumbares que se quejan, cuerpo que se cansa… y huertos y jardines demasiado grandes.
Ya en los últimos años, poco a poco, habíamos reducido algo sus dimensiones originales y el número de plantas que más cuidados necesitan.
Pero ahora, ha llegado el momento de tomárselo en serio. Le devolveremos a la Naturaleza la mayor parte para que vuelva a su estado salvaje original. Con este clima, en muy poco tiempo, se convertirá en un hermoso bosque de castaños, fresnos, espinos, acebos, helechos y otras plantas que surgen espontáneas y que con gran dolor de nuestro corazón, teníamos que impedir que lo invadieran todo. (Cuántas veces dijimos en broma: “·si ponemos un vivero nos forramos”).
Quería contarlo en el blog porque aunque seguiré publicando (aún me quedan muchas cosas por contar), ya no volveré a mostraros el mismo jardín ni los mismos huertos.
En adelante, os hablaré de un jardín pequeño, de fácil mantenimiento, con poquitas plantas, escogidas en función de su sencillez y facilidad de cultivo, adaptado a nuestra edad presente y futura y a nuestras capacidades menguantes.
De momento, ya hemos tomado varias medidas que aquí os cuento:
Delimitar el espacio: hemos dicho hasta aquí y hemos puesto una valla para que cuando lo de fuera se vaya asilvestrando no de la sensación de un jardín descuidado. Aquello será una cosa y lo de dentro otra.
Eliminar peligros: se pierden reflejos y se puede tropezar o caer. Hemos cerrado las partes que daban a taludes muy verticales, algunas con valla o pasamanos como se ve en la foto; otras, con plantas que impidan acercarse al borde y no necesiten mantenimiento.
Rebajar la altura y el tamaño de los frutales para no tener que subir a las escaleras o forzar las cervicales a la hora de podarlos o recolectar la fruta.
Eliminar arbustos que crecen demasiado deprisa y necesitan poda anual y sustituirlos por arbustos o plantas de crecimiento lento que no necesitan poda.
Reducir trabajo eliminando parterres y rocallas, dejando la roca desnuda, sin plantas. En este rincón había muchísimo trabajo y ahora ha quedado precioso con la roca desnuda.
Cambiar césped por pradera. La pradera no necesita mas que siega y un abono anual y en primavera se pone preciosa, llena de florecillas silvestres.
Abandonar definitivamente los huertos en el suelo y cultivar algunas hortalizas solamente en cajoneras altas. De esta forma, no es necesario, molestar a las lumbares.
Más adelante, os iré contando ...
Comentarios
Es una buena decisión y aunque ahora te dé un poco de penilla, ya verás que luego lo agradeces.
Muchos besos, Lidia.