Ombligo de Venus (Umbilicus rupestris)
A veces he escrito entradas lamentándome de nombres horribles con los que bautizan a algunas plantas silvestres pero con la que os muestro hoy, afortunadamente, no ocurre lo mismo.
¿No os parece un nombre precioso a la vez que apropiado el que le han dado a esta hermosa planta de la familia de las Crasuláceas?
Realmente sus hojas de largos peciolos, carnosas y redondas, bordeadas de un delicado festón y con una depresión en el centro, son tan hermosas, que no pueden sino recordar el ombligo de una diosa.
Las inferiores están dispuestas en roseta y son de mayor tamaño; las superiores están dispuestas en el tallo de forma alterna y son más pequeñas.
Sus flores son muy sencillas y discretas de un color amarillo verdoso que las hace pasar casi desapercibidas. Están formadas por un cáliz con cinco sépalos y una corola con 5 pétalos soldados y cuando maduran, penden hacia abajo como si fuesen campanas.
Siento no disponer de un buen macro para mostrar cómo en el centro de la corola se ven 10 estambres y 5 carpelos con largos estilos pero no importa; lo que realmente destaca de ellas es su majestuosa disposición en racimo a lo largo del tallo.
El ombligo de Venus es una planta perenne que apenas necesita terreno en el que sustentarse. Crece en cualquier pequeña fisura o grieta de las rocas, y sobre todo en paredes y muros de piedra aunque si llega el caso, le vale cualquier otro muro como puede verse en la siguiente fotografía.
¿Y cómo puede sobrevivir e incluso medrar en semejantes lugares? Pues como lo hacen todas las de su familia, las Crasuláceas: almacenando en sus hojas agua y nutrientes cada vez que llueve para las épocas de escasez. Todo un ejemplo de ahorro y aprovechamiento de recursos.
Florece desde mediados de la primavera hasta mediados del verano pero sus rosetas están bonitas en cualquier época del año aunque no tengan flores.
Le encantan la luz y el calor del sol aunque también las he visto crecer a la sombra.
Antiguamente fue una planta muy apreciada por sus propiedades medicinales entre las que se encuentran la curación de heridas, llagas, sabañones, granos, verrugas y hasta hemorroides. No hay más que ver otro de los nombres vulgares por los que se la conoce “hojas de curalotodo”
Por lo visto es comestible aunque yo, sinceramente, no lo tengo comprobado. También aseguran que el zumo que se obtiene de la maceración de sus hojas, es diurético.
Mi amigo José Romero, que tiene un blog dedicado a las plantas medicinales, publicó hace tiempo una entrada muy completa sobre ellas que podéis consultar en este enlace: Naturconsejos.
Yo no he aportado con mi página nada que no se sepa ya pero deseaba dedicarles una en especial como homenaje de agradecimiento ya que crecen espontáneas por los muros y roquedos de nuestro jardín y nos proporcionan el placer de disfrutar de su presencia.
Comentarios
Un beso grande.
En verano con el calor desaparecen y en otoño vuelven a salir.