Explosión de primaveras (Primula vulgaris)
Yo nunca había visto, antes de venir a vivir a Cantabria, prados y bosques literalmente inundados de estas pequeñas y hermosas plantas de la familia de las Primuláceas.
Solamente conocía a sus hermanas las cultivadas y me produjo una gran impresión, verlas aquí por el campo, inundándolo todo de preciosas flores amarillo pálido.
Son plantas herbáceas perennes que debido a su facilidad para reproducirse por semilla, llegan a formar verdaderas alfombras.
Comienzan a florecer tímidamente ya en diciembre, cuando apenas se ven flores silvestres por el campo. Continúan en orden creciente durante el mes de enero y es ahora en febrero, en pleno corazón del invierno, cuando constituyen una auténtica explosión.
En nuestro jardín, en sus zonas más húmedas y umbrías, proliferan por doquier.
La planta en si es una roseta de hojas rugosas y gruesas de borde dentado o crenado y de forma obovada que se estrechan hacia la base.
Las flores son solitarias con largos pedúnculos pelosos verdes o rojizos, que surgen del centro de la roseta y que pueden llegar a alcanzar los l5 cm de altura.
Tienen 5 sépalos puntiagudos y 5 pétalos lobulados o escotados de color amarillo pálido con la base de un amarillo más oscuro o a veces, casi naranja.
Son muy fuertes y resistentes y aunque florecen solo en invierno y primavera, las rosetas permanecen bonitas y verdes durante todo el año.
Las prímulas cultivadas presentan las mismas características con la ventaja de poder encontrarlas de todos los colores. Se naturalizan rápidamente y debido a su fácil reproducción, al cabo de pocos años de haber plantado en el jardín algunas de ellas, las vemos diseminadas por la pradera mezcladas con las silvestres en amor y compañía.
Son plantas que nos gustan mucho y nos alegran con su presencia. Son precursoras de días largos y soleados, anunciadoras de la primavera.
Comentarios
Muchos besos, Lidia.