Agapanto (Agapanthus africanus)
No sé quién tuvo la idea de traer a estas tierras, desde
aquellas tan lejanas de África del Sur, la primera planta de Agapanto.
Fue una brillante idea desde luego pues la planta en
cuestión se adaptó de maravilla y la gente de aquí se enamoró de ella de forma
que no hay jardín municipal o privado que no cuente con alguna.
Yo resistí la tentación durante unos cuantos años porque pensé,
al verlas tan aparentemente delicadas, que el viento sur, que sopla
aquí con toda la virulencia con la que es capaz de soplar un viento, las destrozaría
sin contemplaciones.
Me conformaba con
admirarlas en otros lugares hasta que un día dije ¡vale, se acabaron los
miramientos; si se muere, mala suerte!
Me compré una de color azul que es el color que me pierde
cuando se trata de flores y desde aquel día, siempre que la miro me pregunto
cómo pude tardar tanto en decidirme.
Si disfrutamos de un clima templado, sin heladas o con ellas
muy ligeras, es una hermosura que podemos albergar, sin miedo, en nuestro jardín.
Es una planta herbácea de la familia de las Liliáceas que desarrolla grandes raíces blancas y carnosas que van
avanzando de forma radial, permitiendo que se multiplique y acabe ocupando todo el terreno que queramos permitirle.
Está verde y frondosa durante todo el año ya que se trata de
una planta perenne.
Sus hojas son de color verde brillante, largas y estrechas y pese a ser coriáceas, se curvan con elegancia
hacia fuera.
Sus inflorescencias en umbela pueden ser de diferentes
colores: blancas, azules o violetas y surgen en verano, en el extremo de
largos y erectos tallos o escapos que pueden alcanzar el metro de altura.
No preocuparse si el primer, o incluso el segundo año no florece ya que suele tomarse ese tiempo en comenzar a hacerlo.
Las flores, de forma acampanada o tubular, tienen a su vez
largos pedúnculos, son inodoras y muy resistentes.
QUÉ LES GUSTA A LOS AGAPANTOS
- El pleno sol, pero como son bastante sufridos, resisten incluso en zonas umbrías.
- El clima templado como ya he comentado pero resisten ligeras heladas. En climas fríos se comportan como vivaces, perdiendo en invierno las hojas que vuelven a brotar en primavera.
- El terreno profundo y bien estercolado.
- Riego abundante en la época de floración. Menos riego en invierno. Aguantan estoicamente la sequía.
- Que no molesten a sus raíces. Prefiere poco trabajo y poco profundo.
Su cultivo es muy fácil y se adaptan a circunstancias
adversas.
Pueden cultivarse en macetas y cajoneras y reproducirse muy fácilmente por división de la
macolla.
Sus frutos son cápsulas verdes muy decorativas que albergan las semillas.
Una vez maduros, los frutos se abren y lanzan las negras semillas al exterior. De esta forma también se reproducen muy fácilmente de forma espontánea.
Hasta cuando sus escapos están totalmente secos son impresionantemente hermosos.
El mantenimiento no puede ser más fácil: consiste únicamente en cortar las varas florales cuando se marchitan y limpiar de vez en cuando las hojas que van amarilleando.
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Besos Lidia